Pacto Nacional 10 de junio

Pacto Nacional 10 de junio

martes, 12 de julio de 2011

Proceso: Reclamos a Sicilia y respuesta


Más sobre Sicilia, después de Chapultepec

De Federico Chilián Orduña
Señor director:
Le solicito publicar la siguiente carta, dirigida a Javier Sicilia con motivo de la réplica que me dedicó en Palabra de Lector de Proceso 1809.
Muy querido Javier Sicilia: Infinitas gracias por responder a mis consideraciones, que sólo pretenden fortalecer la unidad y la eficacia del movimiento social por usted convocado, aun cuando en lo esencial persisten las diferencias respecto del modo como encara la representación de los ciudadanos que en él estamos involucrados; preciso en qué aspectos:
Afirma lamentar que me problematice su fe, basada “en el Evangelio y no en la Iglesia”. Replico que no es a mí a quien problematiza su fe, sino, se lo digo con respeto y afecto, a usted mismo. Si al Evangelio nos atenemos, permítame recordarle palabras de Jesucristo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada” (Mateo 10:34). Usted podrá decir que saco el versículo de contexto y que en realidad lo que Jesús quiso decir fue… etcétera. Pero ¿qué necesidad de invocar el Evangelio en un diálogo entre ciudadanos de un Estado laico? ¿No es éste, a final de cuentas, un “discurso ideológico del pasado”, mucho más añejo de aquellos a los que alude en su artículo titulado Diálogo y no-violencia? (Proceso 1809). Insisto: Sacar a relucir nuestras creencias personales no contribuye a conseguir la paz que buscamos; por el contrario, entorpece el movimiento. Considero que es preferible atenerse a las leyes siempre perfectibles que los seres humanos vamos aprobando.
Usted, durante el diálogo con Felipe Calderón, quien a su lado sentó a Genaro García Luna, omitió señalar que la renuncia al cargo de secretario de Seguridad Pública de este funcionario fuera puesta a disposición de la sociedad civil, no obstante ser la primera exigencia que usted mismo formuló y que toda la gente congregada en el Zócalo le aplaudimos. ¿Por qué la omisión? Muchos lo ignoramos.
Mezcla usted el problema de Ciudad Juárez con el caso de Cherán y la situación de Tamaulipas y otros estados, como si la gente que lo seguimos no tuviese “mucha sabiduría” para distinguir entre seguridad pública, seguridad nacional e incluso seguridad jurídica, económica y social. Las funciones y ámbitos de responsabilidad del Ejército y de las policías están claramente definidos en la Constitución, aun antes de que los legisladores discutan y aprueben una Ley de Seguridad Nacional. Creo, discúlpeme si me equivoco, que subestima usted la capacidad de la gente que representa.
En su artículo confiesa usted su admiración por Gandhi, en quien inspira su lucha. Sabido es lo que el gran líder indio recomendó a los británicos: “Dejen las armas, por cuanto éstas no van a servir para salvarles a ustedes ni a la humanidad. Deben invitar a Hitler y Mussolini a que tomen todo lo que quieran de sus países. Si ellos quieren ocupar sus casas, váyanse de ellas. Si no les permiten salir, sacrifíquense a ellos, pero siempre rehúsen rendirles obediencia”. En nuestro caso el presidente Calderón comparó su “guerra” con la que libró el ministro británico contra los nazi-fascistas; sin embargo, las condiciones en que México se encuentra no guardan ningún símil con aquella confrontación internacional. Tan ingenua es la extrapolación presidencial como la pretensión de semejar nuestra lucha de resistencia pacífica con la que sostuvo Bapu.
No hay que ir muy lejos para encontrar el mejor camino a la paz, nos enseñó otro indio, pero este zapoteca, Benito Juárez, quien sin renegar de su fe católica jamás la involucró en los asuntos de Estado. Tan es así que a Maximiliano le dijo con todo respeto, antes de que desembarcara en Veracruz: “Es dado al hombre atacar los derechos ajenos, apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios propios una virtud. Pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad, y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará”. El Benemérito precisó que podemos creer en lo que queramos, pero por encima de nuestros credos y ambiciones particulares están los ordenamientos legales que nos rigen y protegen a todos.
Muy querido Javier: Celebro la participación del obispo Raúl Vera y de otros clérigos muy respetables en nuestro movimiento, pero seamos claros: Lo que defendemos y por lo que luchamos es el respeto al estado de derecho, laico y nacional, que nos hemos dado los mexicanos.
Manifesté en el Zócalo, ante miles de compatriotas que coreaban “¡Muera Calderón!”, que gracias a usted, a su calidad moral, intelectual y sobre todo humana, habíamos podido manifestarnos los familiares de las víctimas (Youtube: Testimonio del caso Pablo Chilián). Hoy refrendo mi confianza en usted y en que sabrá ser consecuente con su gran responsabilidad ante el soberano pueblo de México.
Fraternalmente
Paz, Justicia, Dignidad
Licenciado Federico Chilián Orduña
Heroica Puebla de Zaragoza
transiciondiario@hotmail.com
Teléfono: 22-22-40-19-00
Respuesta de Javier Sicilia
Señor director:
Permítame publicar las siguientes líneas ante la carta precedente.
Mil gracias, querido Federico, por este diálogo. Sus consideraciones me son muy importantes por su claridad y argumentación. Comprendo lo que señala en relación con mi fe. Pero, como le dije en mi anterior respuesta, no puedo prescindir de ese mundo en el que me formé y me ha hecho lo que soy –toda mi obra y mi vida están llenas de ella–. Por lo demás, querido Federico, Occidente y el mismo laicismo son, junto con las raíces griegas, hijos de esa larga y traicionada tradición.
Tiene, sin embargo, razón cuando, al referirse al diálogo con Calderón, me señala que omití decirle que la renuncia de García Luna que pedí en el Zócalo de la Ciudad de México fuera puesta a disposición de la sociedad civil. Debí haberlo hecho, es verdad. Le confieso, sin embargo, que pendiente de las víctimas y de tocar el corazón de Calderón en ese tema, lo que usted me señala no pasó por mi mente. No sé si lo lamento. Mientras no tengamos la revocación del mandato, que debe incluirse en la reforma política, junto con otros muchos instrumentos ciudadanos –es una demanda absoluta que haremos a los legisladores–, era volver a centrar el asunto en una polémica que no conduce a nada y que habría ido en detrimento de las víctimas, como sucedió cuando la planteé en el Zócalo.
Sigo amando profundamente a Juárez –lo que habla, a través de mi vida de fe, de mi laicidad–. Pero por encima de él, Gandhi me parece el ejemplo más profundo y más vivo de lo que es la vida espiritual en el ámbito de la política. Insisto, querido Federico, en que la lucha, como él lo enseñó, debe ir al corazón y a la conciencia del adversario. Sólo desde allí –una lucha larga, difícil, sinuosa– podemos llegar a fundar cosas perdurables. Pero volvamos a Juárez. ¿Recuerda sus “Castigos ejemplares”? Esas reflexiones, después de volver de Monterrey –donde la procuraduría, con una inhumanidad sólo comparable al desprecio, no tenía ningún avance en relación con los 13 casos de desaparecidos que había prometido ir solucionando–, no han dejado de acompañarme. Muchos funcionarios de este país deberían ser castigados ejemplarmente por su irresponsabilidad y su desprecio –deberían ser despedidos y señalados como traidores–. Pero eso, querido Federico, depende de la presión que los ciudadanos hagamos al corazón de  la clase política. Sólo de esa reserva moral del país, que el Movimiento por la Paz y la Justicia ha despertado y convocado, depende que la ética que nos enseñó Juárez y la fuerza de la no-violencia y del amor que nos enseñó Gandhi puedan volver a hacer parte de la política. Creo, querido Federico, que implantar para este periodo la reforma política con los agregados que el movimiento exige, el cambio de estrategia en la seguridad nacional y la Ley de Víctimas son tareas –lo mínimo indispensable para rehacer el suelo que nos han quitado– que dependen de la fuerza ciudadana.
Gracias por reiterarme su confianza. Es la misma que tengo en usted y en esos ciudadanos que han puesto por encima de todo la dignidad de la nación. Sin gente como usted, este país sería una absoluta cueva de criminales.
Atentamente
Paz, Fuerza y Gozo
Javier Sicilia

Proceso: Reclamos a Sicilia y respuesta


Más sobre Sicilia, después de Chapultepec

De Federico Chilián Orduña
Señor director:
Le solicito publicar la siguiente carta, dirigida a Javier Sicilia con motivo de la réplica que me dedicó en Palabra de Lector de Proceso 1809.
Muy querido Javier Sicilia: Infinitas gracias por responder a mis consideraciones, que sólo pretenden fortalecer la unidad y la eficacia del movimiento social por usted convocado, aun cuando en lo esencial persisten las diferencias respecto del modo como encara la representación de los ciudadanos que en él estamos involucrados; preciso en qué aspectos:
Afirma lamentar que me problematice su fe, basada “en el Evangelio y no en la Iglesia”. Replico que no es a mí a quien problematiza su fe, sino, se lo digo con respeto y afecto, a usted mismo. Si al Evangelio nos atenemos, permítame recordarle palabras de Jesucristo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada” (Mateo 10:34). Usted podrá decir que saco el versículo de contexto y que en realidad lo que Jesús quiso decir fue… etcétera. Pero ¿qué necesidad de invocar el Evangelio en un diálogo entre ciudadanos de un Estado laico? ¿No es éste, a final de cuentas, un “discurso ideológico del pasado”, mucho más añejo de aquellos a los que alude en su artículo titulado Diálogo y no-violencia? (Proceso 1809). Insisto: Sacar a relucir nuestras creencias personales no contribuye a conseguir la paz que buscamos; por el contrario, entorpece el movimiento. Considero que es preferible atenerse a las leyes siempre perfectibles que los seres humanos vamos aprobando.
Usted, durante el diálogo con Felipe Calderón, quien a su lado sentó a Genaro García Luna, omitió señalar que la renuncia al cargo de secretario de Seguridad Pública de este funcionario fuera puesta a disposición de la sociedad civil, no obstante ser la primera exigencia que usted mismo formuló y que toda la gente congregada en el Zócalo le aplaudimos. ¿Por qué la omisión? Muchos lo ignoramos.
Mezcla usted el problema de Ciudad Juárez con el caso de Cherán y la situación de Tamaulipas y otros estados, como si la gente que lo seguimos no tuviese “mucha sabiduría” para distinguir entre seguridad pública, seguridad nacional e incluso seguridad jurídica, económica y social. Las funciones y ámbitos de responsabilidad del Ejército y de las policías están claramente definidos en la Constitución, aun antes de que los legisladores discutan y aprueben una Ley de Seguridad Nacional. Creo, discúlpeme si me equivoco, que subestima usted la capacidad de la gente que representa.
En su artículo confiesa usted su admiración por Gandhi, en quien inspira su lucha. Sabido es lo que el gran líder indio recomendó a los británicos: “Dejen las armas, por cuanto éstas no van a servir para salvarles a ustedes ni a la humanidad. Deben invitar a Hitler y Mussolini a que tomen todo lo que quieran de sus países. Si ellos quieren ocupar sus casas, váyanse de ellas. Si no les permiten salir, sacrifíquense a ellos, pero siempre rehúsen rendirles obediencia”. En nuestro caso el presidente Calderón comparó su “guerra” con la que libró el ministro británico contra los nazi-fascistas; sin embargo, las condiciones en que México se encuentra no guardan ningún símil con aquella confrontación internacional. Tan ingenua es la extrapolación presidencial como la pretensión de semejar nuestra lucha de resistencia pacífica con la que sostuvo Bapu.
No hay que ir muy lejos para encontrar el mejor camino a la paz, nos enseñó otro indio, pero este zapoteca, Benito Juárez, quien sin renegar de su fe católica jamás la involucró en los asuntos de Estado. Tan es así que a Maximiliano le dijo con todo respeto, antes de que desembarcara en Veracruz: “Es dado al hombre atacar los derechos ajenos, apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios propios una virtud. Pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad, y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará”. El Benemérito precisó que podemos creer en lo que queramos, pero por encima de nuestros credos y ambiciones particulares están los ordenamientos legales que nos rigen y protegen a todos.
Muy querido Javier: Celebro la participación del obispo Raúl Vera y de otros clérigos muy respetables en nuestro movimiento, pero seamos claros: Lo que defendemos y por lo que luchamos es el respeto al estado de derecho, laico y nacional, que nos hemos dado los mexicanos.
Manifesté en el Zócalo, ante miles de compatriotas que coreaban “¡Muera Calderón!”, que gracias a usted, a su calidad moral, intelectual y sobre todo humana, habíamos podido manifestarnos los familiares de las víctimas (Youtube: Testimonio del caso Pablo Chilián). Hoy refrendo mi confianza en usted y en que sabrá ser consecuente con su gran responsabilidad ante el soberano pueblo de México.
Fraternalmente
Paz, Justicia, Dignidad
Licenciado Federico Chilián Orduña
Heroica Puebla de Zaragoza
transiciondiario@hotmail.com
Teléfono: 22-22-40-19-00
Respuesta de Javier Sicilia
Señor director:
Permítame publicar las siguientes líneas ante la carta precedente.
Mil gracias, querido Federico, por este diálogo. Sus consideraciones me son muy importantes por su claridad y argumentación. Comprendo lo que señala en relación con mi fe. Pero, como le dije en mi anterior respuesta, no puedo prescindir de ese mundo en el que me formé y me ha hecho lo que soy –toda mi obra y mi vida están llenas de ella–. Por lo demás, querido Federico, Occidente y el mismo laicismo son, junto con las raíces griegas, hijos de esa larga y traicionada tradición.
Tiene, sin embargo, razón cuando, al referirse al diálogo con Calderón, me señala que omití decirle que la renuncia de García Luna que pedí en el Zócalo de la Ciudad de México fuera puesta a disposición de la sociedad civil. Debí haberlo hecho, es verdad. Le confieso, sin embargo, que pendiente de las víctimas y de tocar el corazón de Calderón en ese tema, lo que usted me señala no pasó por mi mente. No sé si lo lamento. Mientras no tengamos la revocación del mandato, que debe incluirse en la reforma política, junto con otros muchos instrumentos ciudadanos –es una demanda absoluta que haremos a los legisladores–, era volver a centrar el asunto en una polémica que no conduce a nada y que habría ido en detrimento de las víctimas, como sucedió cuando la planteé en el Zócalo.
Sigo amando profundamente a Juárez –lo que habla, a través de mi vida de fe, de mi laicidad–. Pero por encima de él, Gandhi me parece el ejemplo más profundo y más vivo de lo que es la vida espiritual en el ámbito de la política. Insisto, querido Federico, en que la lucha, como él lo enseñó, debe ir al corazón y a la conciencia del adversario. Sólo desde allí –una lucha larga, difícil, sinuosa– podemos llegar a fundar cosas perdurables. Pero volvamos a Juárez. ¿Recuerda sus “Castigos ejemplares”? Esas reflexiones, después de volver de Monterrey –donde la procuraduría, con una inhumanidad sólo comparable al desprecio, no tenía ningún avance en relación con los 13 casos de desaparecidos que había prometido ir solucionando–, no han dejado de acompañarme. Muchos funcionarios de este país deberían ser castigados ejemplarmente por su irresponsabilidad y su desprecio –deberían ser despedidos y señalados como traidores–. Pero eso, querido Federico, depende de la presión que los ciudadanos hagamos al corazón de  la clase política. Sólo de esa reserva moral del país, que el Movimiento por la Paz y la Justicia ha despertado y convocado, depende que la ética que nos enseñó Juárez y la fuerza de la no-violencia y del amor que nos enseñó Gandhi puedan volver a hacer parte de la política. Creo, querido Federico, que implantar para este periodo la reforma política con los agregados que el movimiento exige, el cambio de estrategia en la seguridad nacional y la Ley de Víctimas son tareas –lo mínimo indispensable para rehacer el suelo que nos han quitado– que dependen de la fuerza ciudadana.
Gracias por reiterarme su confianza. Es la misma que tengo en usted y en esos ciudadanos que han puesto por encima de todo la dignidad de la nación. Sin gente como usted, este país sería una absoluta cueva de criminales.
Atentamente
Paz, Fuerza y Gozo
Javier Sicilia

jueves, 30 de junio de 2011

Carta del Secretario General de Amnistía Internacional a Calderón sobre las desapariciones forzadas

El presidente mexicano debe investigar la desaparición forzada de personas detenidas por la Marina

El presidente de México no debe tolerar que las fuerzas armadas cometan abusos contra los derechos humanos.
El presidente de México no debe tolerar que las fuerzas armadas cometan abusos contra los derechos humanos.
© Associated Press

28 junio 2011
Felipe Calderón, presidente de México, debe abrir de inmediato una investigación civil independendiente sobre el paradero de al menos seis personas que fueron detenidas a principios de junio por la Marina mexicana, ha declarado hoy Amnistía Internacional.

En una carta pública dirigida al presidente, Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional, hizo referencia a los testimonios de testigos y las fotografías de la presunta desaparición forzada de al menos seis hombres entre los días 1 y 5 de junio en Nuevo Laredo, junto a la frontera con Estados Unidos, en el estado de Tamaulipas.

“Ya han pasado casi cuatro semanas y seguimos sin saber nada del paradero de estos hombres o del motivo por el que la Marina los detuvo”, ha manifestado Javier Zuñiga, asesor especial de Amnistía Internacional.

“Como comandante en jefe de las fuerzas armadas de México, la cadena de mando llega hasta el presidente Felipe Calderón. Fue él quien ordenó a las fuerzas armadas que intervinieran para hacer frente a la delincuencia organizada y es responsable, en última instancia, de todo abuso contra los derechos humanos que se cometa.”

“El presidente debe asegurarse de inmediato de que se determina el paradero de estos hombres y que el sistema de justicia civil mexicana hace rendir cuentas a los responsables de su desaparición forzada.”

Entre los desaparecidos se encuentran José Fortino Martínez, José Cruz Díaz Caramillo, Joel Díaz Espinoza, Martín Rico García, Diego Omar Guillen Martínez y Usiel Gómez Rivera.

En cuatro de los casos, personal uniformado de la Marina se llevó a los hombres de sus domicilios en vehículos oficiales. En otro caso, los familiares siguieron al convoy militar hasta la entrada de una base militar cercana.

Familiares de los hombres detenidos han declarado que unos oficiales los interrogaron sobre posesión de drogas y armas, pero no les mostraron la orden de detención ni les dieron ninguna explicación del motivo por el que habían detenido a sus familiares.

Una ONG de derechos humanos de Nuevo Laredo ha recibido este mes denuncias de otras ocho desapariciones forzadas, pero los familiares de las víctimas están demasiado asustadas para presentar una denuncia formal. 

Las autoridades navales siguen negando toda participación en las desapariciones.

Pese a las denuncias presentadas ante las autoridades locales y nacionales, sigue sin conocerse el paradero y la suerte que han corrido los detenidos. Según familiares de estos hombres, la investigación abierta por la Procuraduría General de la República apenas ha registrado ningún avance.

México se ha sumado a diversos tratados internacionales para poner fin a la desaparición forzada, una grave violación del Estado de derecho que puede constituir un crimen de lesa humanidad.

“México se enfrenta a una complicada situación en materia de seguridad, pero eso no debe servir nunca de pretexto para que las autoridades del gobierno cometan o hagan caso omiso de graves violaciones de derechos humanos”, ha dicho Javier Zuñiga.

“El presidente Calderón debe transmitir con toda claridad y rotundidad el mensaje de que no se tolerarán las desapariciones forzadas y otras violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas armadas mexicanas.”

Más información

Amnistía Internacional pide a México que investigue desapariciones de hombres detenidos por la Marina (comunicado de prensa, 17 de junio de 2011)

No me arrepiento del abrazo a Calderón; eso no nos iguala: Sicilia

No me arrepiento del abrazo a Calderón; eso no nos iguala
Se siente incomprendido por la lluvia de críticas que ha recibido
Aunque se va a intentar desvirtuar la esencia del diálogo, no podemos dejar de acudir, porque sería alimentar la violencia. Nosotros estamos por encima del Presidente porque somos víctimas. Quiero hablar al corazón de ese hombre, que en un gesto de descortesía atroz nos manoteó en la mesa, señala
Foto
Con el golpe que me tocó a mí empezó la visibilidad de los no escuchadosFoto Cristina Rodríguez
Blanche Petrich
 
Periódico La Jornada
Jueves 30 de junio de 2011, p. 10
El poeta Javier Sicilia no niega que el del Castillo de Chapultepec fue un diálogo de sordos entre el Ejecutivo y las víctimas de la violencia, al menos en cuanto al cambio en la estrategia de seguridad que estamos exigiendo.
Pero no admite que sea un fracaso para el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que él encabeza. Ni una claudicación. Logramos romper el monólogo del poder, y ese es un primer paso en un proceso que seguramente va a ser muy largo.
El escritor reconoce que en el entorno del gobierno calderonista se va a manipular el contenido de estos acercamientos y se va a intentar desvirtuar la esencia del proceso. Pero no por eso podemos dejar de acudir. Negar el diálogo es alimentar la violencia, polarizar al país más de lo que ya está.
Ha transcurrido una semana del encuentro cara a cara entre el Ejecutivo –el presidente Felipe Calderón y su núcleo duro del gabinete de seguridad– y un grupo representativo de 23 familiares de asesinados y desaparecidos en el contexto de la guerra contra el crimen organizado declarada por el gobierno federal. Y el efecto mediático y político tiene perplejo a este hombre que nunca pretendió ser líder de nada.
Antes de ser golpeado por el homicidio de su hijo de 24 años él se dedicaba, como oficio, a construir endecasílabos (el último que escribió empieza así: El mundo ya no es digno de la palabra...). Escribía. Analizaba la realidad desde sus convicciones de cristiano progresista, inspirado por Mohandas Gandhi y Martin Luther King. Hasta que, a finales de marzo, el camino de Juan Francisco, su Juanelo, se cruzó con unos sicarios. El crimen lo lanzó a encabezar una de las movilizaciones ciudadanas más notables de los últimos años.
A estas alturas, Sicilia se siente incomprendido por la lluvia de críticas que ha recibido, principalmente de las izquierdas, con quienes se identifica mucho más que con los sectores conservadores que hoy lo alaban. Entre otros epítetos, le han llamado títere de Calderón y traidor. Claudicante también. En contraste, el poder y la derecha –con la que antagoniza– elogian anticipadamente su voluntad de pactar.
Para el poeta, es incomprensible que, entre cientos de imágenes que se sucedieron el 23 de junio, a lo largo de las tres horas que duró el encuentro en el alcázar, se destacara una sola: la del abrazo con Calderón. No me arrepiento de haberlo abrazado, porque quiero hablarle al corazón de ese hombre; aunque él nos haya manoteado en la mesa, en un gesto de descortesía atroz. Pero ese abrazo no nos iguala. Nosotros estamos por encima de él, porque somos víctimas. Sus funcionarios y sus propagandistas tergiversan lo que ahí sucedió. Ellos tienen el poder y la fuerza...pero no la razón.
Desde que regresó de la caravana –casi 4 mil kilómetros recorridos– sus días se consumen entre reuniones en corto con amigos y críticos; en asambleas y consultas con sus antiguos y nuevos compañeros de ruta; en idas y venidas de Cuernavaca a la ciudad de México, siempre custodiado por policías que asignó el gobierno morelense para su seguridad. Desde aquel viaje pavoroso de regreso de Filipinas (donde se encontraba cuando recibió la noticia de la muerte de su hijo) hasta la fecha no he podido retomar mi vida, mi rutina, mi trabajo cotidiano. No sé hasta dónde me va a llevar este vuelco.
No voy a volver a permitir el detector de metales
Por el momento, su trabajo tiene un plazo: la siguiente reunión con el Ejecutivo, dentro de tres meses. Tengo dos cosas claras. No quiero cambio de sede; es importante que se haga en el Museo de Antropología. Y no voy a permitir que a las víctimas nos pasen por el detector de metales. A los secretarios de Estado no los hacen pasar por ahí, ¿verdad? Pues a nosotros, menos. Hemos demostrado ser intachables, limpios. No vamos a permitir que nos traten como sospechosos. En el Castillo de Chapultepec cometí el error de permitir esa grosería.
Gandhi y el mariscal Smuts
Un amigo de larga data de Sicilia –más que amigo, maestro– acaba de advertirle: No conozco a nadie que vaya tan en cueros a meterse a la boca del lobo como usted lo hizo. Al hombre le cala lo dicho, se nota. Tal vez por eso, al arrancar la entrevista con La Jornada, cuenta lo que en el momento de sentarse a la mesa del alcázar le pasó por la mente.
“Me puse a imaginar cómo sería aquel encuentro de Mohandas Gandhi con el mariscal de los boers, el sudafricano Jan Christian Smuts, en Pretoria, en 1914, cuando ambos se sentaron a negociar la ley marcial que confinaba a los inmigrantes hindúes (el antecedente del apartheid)”. En ese episodio de la historia, el pacifista le regaló al militar segregacionista unas sandalias que había hecho en prisión. Sicilia le entregó a Calderón no sandalias, sino un escapulario, uno de los muchos que las víctimas le entregaron en el camino. A la larga, Smuts traicionó el acuerdo con Gandhi, pero éste nunca depuso su doctrina de resistencia pacífica mediante la desobediencia civil.
–A muchos observadores y analistas les está costando trabajo entender y aceptar este movimiento, surgido apenas hace tres meses y que ya ocupa tanta atención.
–Porque es complejo, creo. Es una formación espontánea que hereda mucho del zapatismo, desde lo moral, aunque no es igual. El zapatismo, con el que yo me identifico muchísimo, es una construcción lenta, de muchos años. Esto fue casi un relámpago. Lo generan varios actores que no estaban en la escena política, pero que desde hace muchos años hacen política en la sombra; gente que viene de la lucha por derechos humanos, de la teología de la liberación, de la cultura. Ni siquiera fui yo quien lo inició. La articulación del movimiento a partir de la muerte de mi hijo empieza incluso antes de que yo pudiera regresar de Filipinas.
“No es que este asesinato fuera diferente a los miles de crímenes anteriores. Fue tal vez la gota que derramó el vaso, porque tocó a un sector, el de la cultura, que no había sido tocado. Habían sido muy golpeados la franja de los segregados, los que nadie pela. O la de los empresarios. Pero esta vez me toca a mí el golpe. Ojalá que no hubiera sido así, ojalá que a nadie le tocara, que no le toque a nadie más. Pero entonces empieza a suceder algo que no había pasado todavía: la visibilidad de los invisibles, de las víctimas no escuchadas, de los familiares que por temor, por desprecio, por soledad, por marginación, no habían podido encontrar la coyuntura para ser nombrados.
Así se vio toda la podredumbre de las instituciones. Y esto ocurre en un momento histórico que ya no se parece a la época de Díaz Ordaz, cuando el Ejecutivo era todopoderoso. No, estas son las épocas de Calderón, un presidente obcecado en su estrategia de seguridad, pero débil, que enfrenta a una República en la que los gobernadores son reyes en su territorio y con un Poder Judicial que ha abonado a la impunidad en una forma atroz.
–¿Cómo siente la reacción de la izquierda partidista, del movimiento de Andrés Manuel López Obrador, frente a estas movilizaciones? ¿Cercanos, distantes?
–Respetuosos. Nos hubiera gustado que se involucraran más.
Nadie puede negar nuestra legitimidad
Después del sismo del 85, pero también bajo el influjo de las revoluciones en Centroamérica, un grupo de poetas mexicanos iniciaron en 1986 una revista de y para la poesía. Sicilia participaba. De ahí nació una colección de ediciones modestas que se llamó Los cuadernos de la orquesta, que dirigió Eduardo Vázquez. Uno de esos libros, La revelación de los días –Sicilia y el potosino Tomás Calvillo fueron los autores– bordaba sobre los principios filosóficos de Gandhi, Lanza del Vasto, Luther King, incluso la madre Teresa de Calcuta. Y Salvador Nava, en pie de lucha contra el caciquismo del PRI. Puro pacifismo. Algo que, admite Sicilia, no es demasiado familiar en la cultura política de los sectores progresistas de México.
–¿Será por eso que a algunos sectores les cuesta trabajo comprender ese pensamiento?
–Hay una fuerza moral detrás de nosotros. Nadie puede negar nuestra legitimidad. Nadie puede cuestionar la veracidad de lo que grita este movimiento. Nadie puede reclamar que gritemos nuestro dolor y nuestros agravios. Nadie puede desmentir este fondo que desnuda al poder en todos los sentidos. Nuestra base es muy plural: están los empresarios, pero también los de Atenco, los familiares de las víctimas pero también los estudiantes, los intelectuales, los trabajadores despedidos.
Foto
El poeta Javier Sicilia durante la entrevista con La JornadaFoto Cristina Rodríguez
–Esta fuerza acumulada también representa un capital político que puede ser aprovechado con otra intención...
–Hay de todo. Esa es precisamente nuestra fuerza y nuestra debilidad. Por ejemplo, lo que vivimos en Ciudad Juárez (donde culminó la caravana, el 11 de junio). Hubo grupos que subieron otras agendas a las asambleas y que nos pusieron en riesgo de perder de vista el reclamo de las víctimas a cambio de exigir un juicio político contra Felipe Calderón o demandar la salida del Ejército de manera irresponsable. Eso desviaba la atención de nuestro objetivo primordial. A eso le dijimos no. Defendimos los seis puntos de la marcha del 8 de mayo porque no nos los sacamos de la manga, fueron producto del consenso con organizaciones que han trabajado, como muchos sectores de la sociedad. Todos quieren utilizarnos, los partidos, el Ejecutivo, los poderes.
Lo importante es no perder de vista que la base del movimiento es el dolor de las víctimas, porque si lo hacemos vamos a entrar a una lógica, a una narrativa que ya conocemos, a una disputa ideológica. Y eso no es lo que queremos.
–Cuando se habla de los de Juárez se cae en la descalificación, se les señala como los extremistas. El movimiento social en Juárez también tiene una identidad, una historia de resistencia.
–Juárez, tan dolido, tiene sus particularidades. Nosotros defendemos lo que quieren los juarenses, pero si Juárez necesita la retirada del Ejército de las calles, que se haga ahí. Como demanda nacional no es una cosa que se pueda discutir y decidir en tres horas. Lo que estamos discutiendo es la estrategia de seguridad nacional, caso por caso, estado por estado. Ese fue el problema de la mesa de la militarización. Ahí se expresó claramente la idea de otros lugares, por ejemplo, los de Cherán, en Michoacán, que dijeron muy claramente que en lo inmediato no quieren la salida del Ejército, lo mismo que los grupos que llegaron de Tamaulipas.
“No hubo consenso. Mi obligación moral era decirles: ‘pues no es así, señores’. Ahora nos acusan de traición. Nosotros pensamos que traición sería permitir la imposición”.
El debate ciudadano sobre el Ejército apenas empieza
–El tema del papel del Ejército casi no se debate en México. Siempre fue tabú, tanto para la clase política como para el movimiento social. ¿Cree que ahora la sociedad ha empezado a analizar y debatir sobre las fuerzas armadas?
–Creo que sí; quisiera que sí. Pero los diálogos son largos y éste apenas lleva tres meses. Y tenemos cuatro años y medio de ver al Ejército en las calles de esta manera, de sufrir esta descomposición. Antes de sacar acuerdos debemos debatir y analizar con mucha claridad y profundidad. Sabemos que al meter al Ejército al combate contra el narcotráfico hubo omisiones muy graves por parte del gobierno. Dio a los cárteles carácter de parte beligerante, de ejército regular, lo que es un equívoco fundamental, gravísimo. Además, eludió al Congreso, que por derecho constitucional debe aprobar o vetar la participación de las fuerzas armadas en esas funciones. El Ejército ya está ahí, ya se cometieron todas las barbaridades. ¿Hay que regresarlo a los cuarteles? Yo creo que sí. El problema es cómo.
–¿Y cómo?
–No lo sé. Nos falta hacer una radiografía muy fina sobre el problema, como la que estamos haciendo con las víctimas. Apenas estamos empezando. No podemos tomar decisiones sobre temas tan delicados sin pensarlo bien. ¿Cómo vamos a ir sacando al Ejército? Hay que mirar experiencias interesantes de autodefensa y discutirlas para que se puedan aplicar en más lugares, para que puedan ser aceptadas. Es verdad que una parte de la izquierda ya empezó ese debate, y esa misma izquierda es la que ahora me dice: no vayas a los diálogos con el gobierno.
–¿Quiénes son?
–Ciertas fracciones. Los mismos de Juárez nos dijeron: no vayan al diálogo con Calderón porque los va a traicionar. Y sí, hay traición a la palabra, lo sabemos. En Chiapas los diálogos de San Andrés Larráinzar entre el gobierno y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) fueron traicionados (durante el gobierno de Ernesto Zedillo). A pesar de ello, hoy son los mismos zapatistas quienes nos dicen: vayan, tienen que pasar el trámite. No podemos dejar de acudir a los diálogos.
–¿Y qué se logró en el alcázar?
–Hay un plazo y cosas que hacer en estos tres meses.
Vamos a demostrarle a Calderón que sigue de necio
–¿Diálogo de sordos?
–Sí lo fue, en cuanto a la estrategia de seguridad. El Presidente no se movió de su posición. Al próximo diálogo vamos a ir con expertos a discutir las estrategias, a demostrarle a Calderón que hay alternativas y que él sigue de necio.
–¿No cree que el gobierno de Calderón tiene su propio cálculo, que tiene otras intenciones, incluso de cooptación?
–De cooptación no creo. A ninguno de nosotros nos va a cooptar con puestos, con dinero. Pero sí intentan tergiversar, desvirtuar el movimiento.
El papá del ajedrecista
Son muchas las instantáneas que guarda Sicilia en la memoria de lo ocurrido el jueves, hace una semana, en el alcázar. Como el rostro ajado de Roberto Galván, de Monterrey –comenta–, un hombre ya mayor que participó en la caravana. Hace años busca a su hijo Roberto Galván Llep, un ajedrecista que fue levantado por la fuerza pública durante un operativo en una plaza, y nunca más supo de él. Años de ser un cero a la izquierda frente al Ministerio Público, de ser ninguneado y humillado por la procuraduría estatal. Y de pronto, en Chapultepec, la esposa del presidente, Margarita Zavala, se le acerca, le habla, le da su número de celular y le dice: Para lo que se le ofrezca. La esperanza resplandeció en su cara.
–¿No es muy cruel, un gesto trivial frente a la impunidad absoluta?
–Mira, cuando pasamos por Monterrey, a las 12 de la noche, después del mitin, fuimos a ver al procurador estatal. Llevamos nueve casos; lo sentamos frente a las víctimas y lo emplazamos: ¿Por qué no hay solución? Algunos casos llevan tres, cuatro años sin ningún avance. Don Roberto era uno de ellos. ¿Cómo no entender que este hombre sienta por primera vez una esperanza? La señora María Elena Herrera, de Michoacán, buscando como loca en varios estados a Jesús, a Raúl, a Gustavo, a Luis Armando, sus cuatro hijos desaparecidos. Le dicen: véngase a Los Pinos, la vamos a ayudar. ¿Cómo negarles esa rendija de esperanza? No se está haciendo justicia, desde luego, pero esos padres viven el infierno desde que les desaparecieron a sus hijos. Si alguien les dice: al menos te voy a decir dónde está, ¿cómo negarles esa mecha de luz? Eso es lo que no pueden ver los ideologizados de cualquier signo. Yo, sólo por ver que atrajeron el caso de María Elena Herrera, cuyo dolor no me es imaginable, considero que el recorrido de los 3 mil kilómetros valió la pena. Sólo por eso.
–¿Es este un movimiento político?
–Es de lo mejor de la política. Es la vida de la polis, la ciudad, en el sentido humano de la palabra, sin intereses partidistas; es el rescate de la relación entre seres humanos.
–¿Cuáles son los pendientes más inmediatos?
–Todos lo son, pero el tema de las indemnizaciones es importante. Las familias con un hijo muerto, con un padre muerto, no sólo se destruyen anímicamente, sino que se arruinan en lo económico. Por eso es importante revisar el fondo de víctimas. Si hay que ampliarlo, hay que ampliarlo. Por eso la importancia de visibilizar qué le pasó al asesinado, al desaparecido; cómo pasó, investigar, determinar si es inocente o no. Y si lo es, se indemniza, se apoya, se restituye el honor. Si no es inocente, hay que ver qué parte del tejido social se está desgarrando, dónde está lo que estamos dejando de hacer para producir criminales.
–En tres meses, en un siguiente encuentro ¿cómo cree que va a encontrar estos temas?
–Vamos a exigir resultados. Y vamos a volver a exigir el cambio de la estrategia de seguridad, no vamos a quitar el dedo del renglón.

http://www.jornada.unam.mx/2011/06/30/politica/010e1pol

martes, 28 de junio de 2011

Primera intervención de Javier Sicilia en el Diálogo por la Paz, 23 de junio de 2011

Ciudad de México • Buenos días señor Presidente, señora Primera Dama, señora Procuradora, señores secretarios de Estado y demás servidores públicos que lo acompañan, buenos días compañeros de viaje, buenos días a quien nos escuchan y ven, antes de empezar este diálogo quiero leerles unos versos de Jaime Sabines:
Quote:
Queremos decirles que no somos enfermeros, padrotes de la muerte, oradores de panteones, alcahuetes, pinches de Dios, sacerdotes de penas, queremos decirles que a ustedes les sobra el aire y por ello, pido a todos los presentes guardar de pie un minuto de silencio por todas las víctimas de esta guerra atroz y sin sentido.
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Lamento señor Presidente y funcionarios que lo acompañan que estemos aquí para dialogar en el primer ejercicio de varios que queremos tener con todos los poderes, gobiernos y partidos políticos, sobre un asunto que si la clase política hiciera lo que debe hacer no habría tenido lugar. Habernos movilizado para llegar a este castillo de Chapultepec, con historia de claroscuros es también la historia de México, en él recibió el imperio de quienes se equivocaron creyendo que con las armas extranjeras se resolverían los problemas de México, pero también en él se firmaron los tratados de paz de El Salvador, ojalá que hoy encontremos también un camino para la paz con nuestro querido México.
Habernos movilizado hasta aquí para recordarles su deber habla muy mal de las instituciones y del dinero que gastamos en ellas, contra las fundadas dudas de que el diálogo no servirá de nada, lo hemos aceptado porque estamos convencidos de que el diálogo es fundamental como un práctica de la democracia para construir los caminos de la paz que son los más difíciles de recorrer, si no somos capaces de construirlos lo que nos aguardará será esta espantosa violencia que ya vivimos pero multiplicada exponencialmente. Lo hemos aceptado también porque creemos que a menos que el corazón se haya oscurecido a grados demoníacos, un hombre puede escuchar todavía el latido humano de su corazón, por ello, lo que diremos aquí las víctimas de la guerra entre ustedes y los narcotraficantes una guerra que es nuestra, que no es nuestra pero que nosotros padecemos en carne viva no será grato pero sí verdadero, propositivo y firme.
En verdad señor Presidente que ustedes no son responsables del pudrimiento de las instituciones políticas del país que se formaron de manera mafiosa, aunque han participado de ese mismo pudrimiento. Les recuerdo la manera en que llegaron al poder, los compromisos que para lograrlo hicieron con fracciones que a lo largo del tiempo se han ido corrompiendo y que solo sirven a sus propios intereses, pero son responsables de haber tratado el problema de la droga no como un asunto de salud pública, sino de seguridad nacional, y por lo mismo, de haberse lanzado junto con esas instituciones que no responden a la seguridad de los ciudadanos, que en muchos sentidos están cooptadas y que en otros sentidos se hacen una con los criminales, a una guerra que tiene al país en una emergencia nacional.
El Estado mexicano está fallando en su obligación de proteger a su gente y defender sus derechos, por eso, señor Presidente en su función de estado ustedes son corresponsables junto con los gobiernos de los estados de 40 mil muertos, miles de desaparecidos y miles de huérfanos, es decir, son corresponsables, independientemente de los criminales, del dolor, de la muerte y del sufrimiento de miles de familias en nuestro país.
Más aún cuando ese mismo estado vuelve a victimizar a quienes buscan justicia los dejan en el abandono y el olvido. Ustedes señor Presidente, son responsables de haber declarado esta guerra contra un Ejército que además no existe porque está formado por criminales, sin haber hecho antes una profunda reforma política y un saneamiento de las instituciones.
Desde hace décadas en aras de disputar la riqueza material y el poder, este país y sus instituciones olvidamos el verdadero quehacer humano, construir las mejores formas sociales para compartir nuestra experiencia colectiva de vida. Este olvido no solo se ha vuelto trágico, sino sistémico, dejó que la impunidad se asentara en nuestro suelo y la convirtió en un factor funcional para la sobrevivencia y el quehacer político de los grupos que disputan el poder.
En ese suelo que ha dejado de estar bajo nuestros pies se han fortalecido, se ha fortalecido una concepción criminal del poder, aquí señor Presidente, nos encontramos 23 víctimas, una muestra emblemática de miles de víctimas inocentes de la delincuencia, del Ejército de la Policía, de los vínculos que hay entre algunos elementos de los aparatos de justicia con el crimen.
Hay también familiares de policías muertos en el cumplimiento de su deber y tratados con la misma impunidad, secuestrados y secuestradas, desaparecidos y desaparecidas, acribillados y acribilladas, torturadas y torturados, asesinados y asesinadas, violadas y destrozadas, ustedes nos dirán que muchas de esas víctimas son criminales, sin embargo, nosotros les decimos que aunque lo fueran, porque nadie nace criminal son también víctimas que hay que reconocer para saber de dónde provienen y qué no les dio el Estado y qué no les dimos la sociedad para haber fracturado sus vidas. Solo así podemos hacer la justicia que hemos perdido y rehacer el tejido social que día con día se desgarra hasta hacernos perder el suelo que debería de estar bajo nuestros pies.
Aquí señor Presidente, vean bien nuestros rostros, busquen bien nuestros nombres, escuchen bien nuestras palabras, estamos una representación de víctimas inocentes
¿Les parecemos bajas colaterales, números estadísticos? El 1% de los muertos de cara a esa justicia que reclamamos, venimos hasta aquí en primer lugar a que reconozcan la deuda que el estado mexicano tiene con las víctimas con sus familias, y la sociedad entera, por eso, en su calidad de representante del Estado, señor Presidente está obligado a pedir perdón a la Nación, en particular a las víctimas, en segundo lugar, hemos venido...aquí a que nos haga justicia.
En el primer punto del documento que leímos el 8 de mayo en el Zócalo de la Ciudad de México y que constituye el pacto nacional ciudadano exigíamos para empezar esa justicia la solución de los casos emblemáticos en los cuales, se ha ido resolviendo solo el de mi hijo y el de sus amigos asesinados en Morelos, en qué momento, ponga usted una fecha inminente y pronta se resolverán los otros, algunos de los cuales como el de la familia Le Barón, el de la familia Reyes Salazar o el de las familias de las guarderías ABC un crimen que lleva el sello de las complicidades delictivas que hay en funcionarios de gobierno en los partidos políticos llevan años sin resolverse.
En tercer lugar, a que juntos detengamos esta guerra y busquemos condiciones para la paz con justicia y dignidad. En este marco general, exigimos del Poder Ejecutivo federal uno, nuestro derecho a la verdad, a la justicia y a la no repetición, su base debe ser la visibilidad de las víctimas, la garantía de que los crímenes no vuelvan a suceder y la reparación por los daños generados por el Estado mexicano, reparación que debe incluir acciones para la memoria histórica, sin la memoria y la historia de nuestro horror seremos un pueblo sin dignidad ni futuro e indemnizaciones a las familias inocentes. Tenemos derecho a la verdad.
Para ello, exigimos que usted proponga la creación de un organismo ciudadano autónomo, puede una comisión de la Verdad, de la Justicia y de la Reconciliación o una fiscalía social de la Paz, su función deberá ser establecer y vigilar el cumplimiento del quehacer político en la visibilización de todas las víctimas sean inocentes o culpables, en el seguimiento de sus casos, o que incluye los resultados de las investigaciones y las sentencias, además de delitos que abarcan redes de complicidad de las autoridades con el crimen.
Tenemos derecho a la reparación de daños, es decir, a la justicia que se nos ha negado. Para ello necesitamos que el ejercicio de sus atribuciones proponga una ley de atención y protección a víctimas que debe ser aprobada lo más pronto posible por todos los poderes de todas las entidades y generar así una política pública, instituciones, normas y recursos especializada en la atención, el acompañamiento y la protección de las víctimas mediante un programa que obligue a las autoridades correspondientes a reparar lo que la guerra y la impunidad ha causado en miles de familias.
Adicionalmente es indispensable la puesta en marcha del mecanismo de protección a defensores de derechos humanos y periodistas, es vergonzoso mundialmente lo que sucede en México con los defensores de las víctimas, tenemos derecho a la garantía de la no repetición de los crímenes, para ello se debe junto con la ciudadanía establecer mecanismos para sancionar a los funcionarios involucrados en redes de complicidad o delitos de omisión.
Tenemos con nosotros un video de los dolores que recogimos durante la caravana del consuelo, le pedimos señor Presidente que se comprometa a pasarlo en todas las escuelas secundarias y preparatorias y se hagan mesas de discusión y análisis con los alumnos a fin de recuperar esta memoria y de ayudar a que esto no se repita nunca.
Dos, nuestro derecho como ciudadanos a una redefinición de la estrategia de seguridad, para ello es necesario terminar con el enfoque militarista de combate al crimen organizado mediante un enfoque más amplio y estructural que contenga:
A) El diseño de una estrategia que parta de los conceptos de seguridad humana y ciudadana y con un énfasis absoluto en los derechos humanos y no en la seguridad de las instituciones... como hasta ahora para nuestra desgracia se ha hecho.
B) La creación de estrategias alternativas y ciudadanas que con el apoyo del Estado y en acuerdo con las necesidades de cada lugar, apunten a la reconstrucción del tejido social y conduzcan al retiro paulatino del Ejército de las calles. En este sentido, es de suma importancia no solo tomar en cuenta las necesidades y exigencias de cada entidad federativa y erradicar el uso indebido del fuero militar, como lo han señalado organismos internacionales de derechos humanos, sino también rescatar las experiencias comunitarias y autogestivas de defensa ciudadana.
C) Abrir la discusión para la despenalización del consumo de ciertas drogas y la reducción de su demanda, de esa manera se abordará el problema de su consumo de manera integral.
D) Es urgente crear controles democráticos de nuestras policías, por ejemplo, un auditor policíaco independiente de la Policía Federal, un mecanismo que en relación con las pruebas de confianza haga un seguimiento de las actividades de todos aquellos que no la pasaron, no sabemos dónde están nuestros policías que no pasaron la confianza y eso es grave.
E) Darle a la educación de los jóvenes, son ellos la mayoría de los que están muriendo y de los que se vuelven el Ejército de Reserva de la delincuencia mayores posibilidades. Exigimos por lo tanto, recursos de la misma magnitud que se entregan a las fuerzas de seguridad para la educación de nuestros hijos y programas verdaderamente eficientes de educación.
No podemos aceptar que las opciones para nuestra juventud sean la migración, la miseria o la violencia, no podemos además señor Presidente seguir comprometiendo la educación y con ella el presente y el futuro de nuestros niños para mantener los privilegios de esa máquina electoral llamada el SNTE.
Tres, nuestro derecho a decidir y a ser tomados en cuenta, mediante un mecanismo de democracia participativa y de democracia efectiva, en este punto coincidimos con algunas de sus posiciones, señor Presidente exigimos a los partidos políticos y a nuestros representantes en el Congreso de la Unión generar las condiciones para contar con la revocación de mandato, el referéndum, la consulta y la iniciativa ciudadana, el plebiscito, el voto blanco, candidaturas ciudadanas, reelección y limitación del fuero. Exigimos una renovación profunda del sistema político mexicano, una renovación que permita empoderar a la ciudadanía en los asuntos del gobierno y permita así poner un coto a la partidocracia que tanto daño nos está haciendo y que provocará que nuestras próximas elecciones sean las elecciones de la ignominia.
Todo esto señor Presidente, dadas las condiciones de emergencia nacional en la que todos nos encontramos, es de la mayor urgencia y usted, en lo que concierne al Ejecutivo tiene la responsabilidad de dar respuestas claras y decisivas para esta justicia y esta paz que nos han arrancado.
Muchas gracias.


Fuente: Milenio, http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/0431a64440f070c6e5fc79c12f708e61

martes, 21 de junio de 2011

Comunicado del Movimiento (próximo encuentro con el Ejecutivo Federal)

Difusión Cencos México D.F., 20 de junio de 2011
Boletín de prensa
Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
  • Ante la emergencia nacional, urgente dar voz a víctimas de la guerra contra el crimen organizado.
  • Esta es la primera vez que el movimiento se reunirá con representantes del Estado
  • En la reunión se abordarán los 6 puntos planteados en el Pacto Nacional
Los mexicanos y mexicanas nos encontramos en una situación de emergencia nacional frente a un país convulsionado por la violencia que ha cobrado la vida de más de 40 mil víctimas. Además, miles de  violaciones a derechos humanos en las que se incluyen la desaparición forzada, la tortura y delitos de lesa humanidad, en un contexto de falta de acceso a la justicia y altísimos niveles de impunidad y corrupción.
La Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, más allá de las cifras, hizo posible visibilizar historias de vida de un México que se está desintegrando ante una estrategia equivocada de seguridad implementada por el Estado.
Después de casi tres meses de movilizaciones nacionales e internacionales -desde el 28 de marzo, 6 de abril, 8 de mayo y la caravana del 4 al 12 de junio, con reflejo en más de 20 países y 37 ciudades- el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad reafirma que la única salida posible a esta emergencia nacional debe ser pacífica y no violenta.
El Movimiento anuncia que una representación de las víctimas de esta guerra asistirá a un encuentro con el jefe del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, el próximo jueves 23 de junio a las 10:00 horas en el Museo Nacional de Antropología.
Esta será la primera vez que se tendrá una interlocución oficial con alguno de los Poderes de la Unión al cual asistirán intelectuales e integrantes de la sociedad civil, como testigos, y medios de comunicación.
Los 6 puntos del Pacto Nacional servirán como base en el encuentro con el Presidente de la República y son: dar visibilidad y dejar hablar a las víctimas y sus familias; el fin de la estrategia de guerra actual; acabar con la corrupción e impunidad; actuar contra la raíz económica del crimen organizado; la necesidad de reconstruir el tejido social, y avanzar hacia una democracia participativa y representativa.
Atentamente
Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
Información difundida por el Área de Comunicación y Visibilidad de Cencos